miércoles, 8 de noviembre de 2017

bicioacampadaCRT/ Almería. Sierra de los Filabres

 SIEMPRE.NOS.QUEDARÁ AL.MÆRÍA
Sierra de los Filabres
Fin de semana complicado por la meteo, ya que dan mal tiempo, con lluvias, viento y caída de las temperaturas en toda la Península. Así, vamos eliminando posibles destinos y al final sólo nos queda Almería. SIEMPRE NOS QUEDARÁ ALMERÍA. Es así como en compañía del gran Pro calzamos las Orcas y ponemos rumbo a los desiertos almerienses. La bicioacampada está lanzada!
DIA UNO/ LOS GRANDES PUERTOS
A la noche entramos en el Valle del Almanzora y montamos el campamento en Tíjola. El paseo por el pueblo y las cervezas, las pizzas y unas risas en el bar. Ya en los sacos la luna inmensa que lo da todo y nosotros otro tanto de lo mismo. Por la mañana aún de noche levantamos el campamento. No ha hecho frío y decidimos salir más bien con poca ropa, ¡craso error! Así, ponemos rumbo a Serón con la idea de unir en un mismo track los grandes puertos de la Sierra de los Filabres. Pasado Serón comienza el primero del día, el Puerto de Las Menas. Una carreterilla olvidada que se mete por unos parajes de ensueño, donde a principios del siglo XX los ingleses crearon toda una industria para la extracción de plomo y hierro de los barrancos y su transporte por ferrocarril hacia la costa. Una vez ganado el Puerto seguimos subiendo y, después de dejar un cruce que a izquierdas nos bajaría a Bacares, coronamos el Puerto de Venta Luisa. El último tramo para ganar Calar Alto se hace por carretera irregular y con una pendiente que ronda el 12%. El Observatorio de Calar Alto impresiona por su grandeza. Respiro hondo al montar en la nave que directo me eleva más allá de los cielos al exoplaneta Gisele.471, mi casa a la que siempre vuelvo, y en un momento, casi sin darnos cuenta, nos vemos dentro de una colosal nube. Todo a nuestro alrededor desaparece y comienza a llover. Salimos pitando puerto abajo y al poco calados hasta el tuétano y la temperatura que ya era baja se desploma aún más. Muy peligroso el descenso y ateridos de frío. Ya abajo, en un cruce, sopesamos irnos a Gergal y dar por concluida la aventura, pero en un arranque de locura decidimos seguir. Así, ponemos rumbo a Olula de Castro. Toca subir, por lo que volvemos a entrar en calor. Al rato la lluvia remite. Parece que se endereza el día y sonrientes continuamos camino. Pasamos el pueblo de Olula y seguimos en subida hasta ganar el Puerto de Castro de Filabres. Justo en la cima de nuevo la lluvia, y de nuevo calados y peladitos en la peligrosa bajada hasta Castro. Esta vez sí entramos en el pueblo, y en el bar nos quitamos el frío junto a las brasas y el hambre con una jarra de cerveza hasta arriba de colacao y un buen bocata de tortilla, española claro! Recompuestos, seguimos ruta cuesta abajo hasta un cruce. Desde aquí a Velefique en continua subida, y en el pueblo comienza el mítico Puerto. Al iniciar el ataque volvemos a ver el sol, si bien las temperaturas no se recuperarán en el resto de la jornada. Sin apretar pero sin parar vamos ganando kms en la vertiginosa ascensión. Quince kms de puerto con una pendiente media al 9%. Al coronar nos abrazamos de alegría como si hubiésemos llegado a la luna. Las fotos y continuamos hasta un cruce donde se toma una carreterilla en mal estado que en unos 3’5kms y unas pendientes de vértigo nos elevan a lo más alto de la impresionante Tetica de Bacares. Comemos algo y disfrutamos el momento con las alucinantes vistas a nuestro alrededor, y con el dulce sabor de haber conseguido sumar todos los grandes puertos en la gloriosa jornada. El viento comienza a soplar fuerte y es así como nos disponemos a bajar de regreso al valle. Ateridos de frío llegamos con las últimas luces a Bacares, donde pasean sus gentes vestidas de fiesta detrás de la novia y el novio, y después de algún sube y baja que hacemos con las piernas como piedras entramos en Bayarque, con sus niños en la plaza dándolo todo cantando y bailando. Ya la noche cerrada paramos el espectacular track de vuelta en Tíjola.
DÍA DOS/ LOS PUEBLOS DEL INTERIOR
En Olula del Río la fiesta parece no tener fin. Paseamos el casco viejo y la calle mayor, con un ambiente propio de cualquier pueblo en noche de sábado en la bella Andalucía. Y es así lo que pasa, y en un bar cualquiera nos ponemos hasta arriba de productos típicos de la tierra: huevos, papas fritas, ajilimójili, pisto, carne...., y cerveza, mucha cerveza. Repletos de felicidad y algo confundidos descansamos a las afueras de un barrio a las afueras de una pequeña alquería a las afueras del bello pueblo de Olula del Río. Igual todo a nuestro alrededor está compuesto por el más seco desierto almeriense, eso si, los niños corretean en la noche por las calles sin asfaltar como siempre se ha hecho en estos pueblos lejanos. Nuestros huesos en los sacos y en un visto y no visto amanece y ya toca montar las Orcas y echar a volar. Decidimos desayunar como marqueses y encontramos el pueblo muerto. Ni un alma. Todo cerrado. Solo a las afueras, en un hotel bien moderno, encontramos premio a nuestra búsqueda. Saciados y con el aroma del café salimos de Olula del Río en el Valle del Almanzora y en breve nos encaramamos en Macael, donde comienza en el mismo pueblo una tremenda subida. Un buen tramo por carretera en mal estado que se utiliza para rallies y para las canteras de la zona. Subimos y subimos para entrar de últimas en la carretera que lleva a la costa, a la capital Almería. Algo de tráfico y sin mucho valor coronamos el Collado del Río. Luego toca bajar hasta un cruce y por fin dejamos la Nacional. En un momento cambia todo. Un primer pueblecito y luego Tahal, con su torre árabe en el centro del pueblo y todo tan cuidado. El silencio se impone y la dulzura de la cultura andaluza lo impregna todo, y así seguimos por el resto de la jornada, recorriendo paisajes desoladores y pueblecitos con muchísimo encanto. Rápido entramos en Alcudia de Almonacid en el mismo valle, y más allá Benitagla con su iglesia de juguete levantada en el año de la caída de Granada en manos cristianas, y Benizalón, donde hincamos el diente y nos preparamos para subir el Puerto del Toril. Una vez ganado éste caemos por una carretera de ensueño a la cara sur de la Sierra de los Filabres. Estamos en los campos de Uleila, con sus olivos tan bien alineados, como de peluquería... Luego de llanear un rato entramos en Uleila, donde comienza la larga y tendida subida al Puerto de la Virgen. Llevamos kms y kms sin cruzarnos apenas algún coche por paisajes de una belleza solo apta para ojos que ven. En la bajada del Puerto de golpe aparece ante nosotros una enorme montaña de granito. Cantera abierta al cielo desde su base hasta lo más alto. Y al acercarnos desde las alturas vemos el bello pueblo de Cóbdar a sus pies. Seguimos y seguimos bajando hasta entrar en él. Paseamos luego el angosto valle por el que sin duda en alguna época del año corre el agua. Todo el desierto a nuestro alrededor y el hilo de chopos con sus hojas amarillas sin caer en este otoño africano. De nuevo venga a subir entramos en los valles de Chercos y todas sus pedanías, estupendo oasis en medio de tanta desolación. Y al salir de él siempre en subida conectamos con la Nacional que dejamos por la mañana, la que une la costa con Macael. La carretera rápida y los coches como cohetes, el potente descenso con el viento en la cara, peligro peligro. Cuando entramos de regreso en Olula del Río respiramos tranquilos. Bocata al canto y ya rodando de vuelta a la terreta. Y la sensación de haber cerrado dos rutas épicas, la primera en un día hostil para hacer nuestros los grandes puertos míticos almerienses, y la segunda visitando pueblos y más pueblos de una belleza descomunal por los desiertos de Filabres.
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