jueves, 23 de febrero de 2017

TRAV.BTT/ Socovos y alrededores

LAS TIERRAS MEDIAS II
"Viejos caminos no abren puertas nuevas", Anónimo


En busca de territorios nada famosos, territorios escondidos de las miradas de bikers, caminantes, trepadores, filibusteros, academicistas, versionadores, findemundistas..., arqueólogos y escapistas. Creciendo en el proyecto de Las Tierras Medias junto a mi hermano bicicletero Jordi, inagotable fuente de energía. Ávidos de aventuras fijamos nuestra atención en ese brazo de tierra entre Jaén y Murcia, joya albaceteña donde nunca sabes dónde estás, tan cerca del cielo. 

DÍA UNO/ EL RINCÓN DE LOS HUERTOS Y LA POZA DE LAS TORTUGAS
Los pájaros de Socovos trinando como campeones en este primer día primaveral, aún en febrero. Así salimos del acogedor pueblo más contentos que unas castañas y tomamos la primera pista a la izquierda, siempre a la izquierda, y ya estamos subiendo. Alguna parada técnica y por la falda de la montaña, donde más nos gusta, con los farallones colgados y la amplia planicie extendida tan limpia. Al mirar atrás el inmenso valle y arriba colgado Socovos con el ruinoso castillo a sus pies. Muchas casas en el camino, salsas habitadas, llenas de vida. Al rato llegamos a Mazuza, pedanía que cierra el valle a poniente. Toca subir el primer escollo serio del día. Las impresionantes vistas y ya metidos en los bosques cerrados. Seguimos subiendo y subiendo hasta una divisoria. Llegamos a lo alto y del otro lado la Muela de Moratalla a lo lejos. Revivimos aventuras pasadas por esa zona y al tiempo damos media vuelta, retomando nuestro camino. Toca bajar para enseguida entrar en El Rincón de los Huertos, paraíso en la tierra. El agua corriendo por doquier, nogales, chopos, almeces, perales, alcornoques, fresnos..., ¡qué se yo! Fuentes y lavaderos, las casas encaladas..., la vida de nuestros padres, un pasado nada lejano. 
Caemos luego a una enorme planicie con diseminadas poblaciones para acabar entrando de nuevo en la montaña. Estamos en la Muela de Moratalla , un enorme conjunto rocoso atravesado por frondosos bosques y barrancos profundos. En uno de ellos, el de Hondares, buscamos y encontramos las Pozas de las Tortugas, un caos de saltos de agua tan llamativo como singular. Disfrutamos un buen rato, comemos y seguimos luego camino. Retomamos el track y en subida un buen trecho para luego afrontar un larguísimo y adrenalínico descenso. En la parte baja territorios cultivados, sube y baja constantes para de últimas entrar en los campos de Socovos, con su ruinoso y fotogénico castillo a los pies..., que nos da la bienvenida con música en las calles. Son carnavales y los vecinos llevan el día festejando a lo grande: hogueras por todas partes donde han preparado la comida, se calientan y juegan los niños, música, comida y bebida. Paseamos un buen rato mimetizados en el ambiente y por fin sentados en Casa Candela saciamos nuestra hambre y nuestra sed. 
DÍA DOS/ LA ABEJUELA, EL ESTRECHO DE VILLARES Y LA LONGUERA
Hemos pasado la noche frente al castillo de Socovos, un vivac inigualable. Con el amanecer levantamos. El buche lleno y las burras preparadas salimos del pueblo que dormita aún la fiesta de anoche. Por los campos cultivados al vecino Férez, donde desayunamos y repostamos agua. El luminoso día y nosotros ganamos la bellísima Abejuela, un pueblecito encantador. Y más allá afrontamos la primera tachuela del día. Las majestuosas vistas, los caminos tan limpios, un placer las subidas y más aún las bajadas. Ganamos rápido mucho terreno para llegar por fin a El Gallego, pedanía sobre el río Segura con su bar y su saca rural. Sobre el caudaloso río tomamos un ramal, el Estrecho de Villares. Perdemos el track y caminamos dentro del lecho durante cerca de 1km (¡qué placer después del largo invierno!), para luego ganar algo de altura y casi entrar en el enrocado pueblo de Villares. No lo hacemos y seguimos camino de La Longuera, una paradisiaca revuelta del Segura, a la que entramos tomando una senda muy trialera hasta el bello cortijo que da nombre al lugar. Luego nos espera una infame cuesta en la que sí o sí toca empujar la burra. 
Una vez arriba ganamos unos buenos kms por tierras semiabandonadas hasta caer de nuevo al Segura. En sus orillas nos damos un merecido baño y comemos lo que nos queda en las mochilas. Visitamos luego el abandonado pueblo de Almazarán. Impactante. De aquí, buscamos el Arroyo de Letur, y en un continuo sube y baja llegamos al idílico paraje de la Cascada de Letur. Las fotos de rigor y seguimos camino junto al arroyo, que cruzamos en un pequeño puente para tomar otro arroyo también con agua y mucha arena. El avance bastante penoso hundidos en el lecho, y en una de estas una rama se mete en una rueda de Jordi doblando por completo el desviador trasero. Lo ajustamos como podemos y de forma casi milagrosa podemos seguir. Un buen trecho enfangados por medio del río para por fin coger altura y acabar ganando el pueblo de La Abejuela. Aquí dejamos el track debido a la avería y buscamos asfalto de vuelta a Socovos.